A las 6:15 de la mañana ya me estaba despertando; nos esperaba un día largo... preparé todas las cosas habituales (ropa, comida, etc) y me fui a recoger a rover a su casa.
Enseguida partimos hacia El Pozuelo, provincia de Cuenca, para entrar en El Sumidero (también conocido como "Sima del Campo", según el libro de Isidoro Ortiz). Habíamos quedado allí a las 10:30 con Jesús y Charo y, como llegamos con algo de tiempo, decidimos intentar encontrar nosotros mismos la sima. Sin embargo, mi memoria no me ayudó lo suficiente, y las coordenadas que tenía de la entrada no eran del todo correctas (estaban a 350 metros de la boca, como comprobé más adelante), con lo que volvimos al pueblo a esperar.
Cuando por fin llegaron y fuimos a la sima, vimos que allí estaban Ceci, Natalia, Miguel (el autobusero), Carlos (el charcutero) y otros dos cuyo nombre no recuerdo. Como éramos demasiados para ir en una sola vía, ellos decidieron ir por el Pozo Skat y nosotros por la vía principal.
Antes de entrar comimos algo; yo entré alrededor de las 12:30 para comenzar con la instalación (que hice hasta abajo del todo, unos 115 metros de profundidad y 210 metros de cuerda).
La sima en sí es bastante bonita: tiene una entrada en el suelo con un agujero circular de unos 10 metros de diámetro que, después de bajar unos 12 metros, llega a una sala amplia y luminosa, de la que sale una galería horizontal un tanto accidentada, con varios pasos en los que hay que sortear el agua para evitar mojarse. Al final de esta galería (de unos 200 metros), comienzan una serie de rampas y pozos en los que en el fondo casi siempre hay agua que hay que esquivar con péndulos o pasamanos aéreos. La instalación está en buenas condiciones, aunque es algo difícil en algunos puntos.
Cuando llegamos abajo, los que bajaron por el pozo Skat ya se habían ido. Nosotros paramos un momento, vimos el inicio del sifón y comenzamos a subir. Desinstalaron Charo y Jesús, y salimos a la superficie a las 21:30. Total: 9 horas dentro de la sima. Arriba nos esperaban los demás, helados de frío (-2 grados centígrados), pero se fueron en cuanto empezamos a asomar la cabeza y les dijimos que todo había ido bien. Según nos dijeron, ellos habíán salido 4 horas antes y se estaban congelando con la espera. Pero se portaron bien con nosotros: nos dejaron una cacerola enorme de spaghetti con carne picada que habían preparado para que repusiéramos fuerzas.
Esta fue la primera sima de rover, que se defendió bastante bien, sin ningún problema digno de mencionar. Tal vez sea un poco duro para alguien que esté empezando, pero es muy bonita y bastante técnica.